martes, 2 de febrero de 2016

DIRECCIÓN Y GESTIÓN DE LA EMPRESA DE SALUD (A PROPÓSITO DE FUNNYDENT)

Autor: Dr. Héctor López Rubio (Director y Fundador de Clinica Elbrus)
Asistimos con asombro y creciente estupor al hundimiento de la cadena de clínicas dentales FUNNYDENT y a la detención sin fianza de su propietario. Las noticias ocupan las portadas de periódicos, emisoras de radio y cadenas de televisión, y todo apunta a una nefasta gestión de la mencionada compañía, a la espera de posibles derivaciones en el estricto ámbito de la salud. El repentino cierre, con nocturnidad y alevosía, de las nueve clínicas pertenecientes al grupo deja un reguero de pacientes, doctores y empleados sin recibir los actos médicos que han financiado o los emolumentos y salarios que deberían percibir a cambio de su trabajo y su buen hacer. Las primeras noticias apuntan a un desaforado despilfarro, tanto en el ámbito privado como en el empresarial, por parte de la propiedad. Todo ello nos debe llevar a realizar algunas consideraciones acerca de la dirección y gestión de la empresa de salud y sus especificidades.
La primera, que puede parecer evidente pero que por desgracia en el ámbito de la pyme en general y en el de la empresa de salud dental en particular no lo es, es que los ingresos generados por la actividad de servicios de salud no pertenecen al propietario sino a la empresa, con personalidad jurídica propia, y que se encuentran, en primera instancia, destinados a cubrir los gastos materiales, la mano de obra, las inversiones y los impuestos generados por la propia actividad. Este simple y básico axioma es reiteradamente incumplido, saltándose la ley, y cubierto alegremente con endeudamiento o con captación anticipada de recursos que abonan servicios futuros(financiación de tratamientos). Los comportamientos libertinos no son reprochables en el ámbito legal en el mundo actual, pero sí lo es llevarlos a cabo con el dinero perteneciente una empresa, más aún cuando sobre ella recae la responsabilidad de atender la salud bucodental, de forma indefinida, de miles de pacientes que han depositado su confianza en una clínica dental.
En segundo lugar, deberíamos plantearnos el crecimiento de la empresa y su modelo de negocio. FUNNYDENT se fundó en 2012 y al cabo de tan sólo 3 años contaba con 9 clínicas dentales en 2 comunidades autónomas. El centro alrededor del que orbita una empresa de salud es el acto médico. Multitud de compañías optan por aumentar rápida y exponencialmente el número de actos médicos abriendo nuevos centros, disminuyendo sus costes o repartiéndolos, lo cual les permite ofrecerlos a precios más bajos, incluso por debajo de coste o a coste cero. Esta mecánica, por su propia naturaleza, conlleva un deterioro en la calidad del acto médico, por merma en la calidad de los materiales, del salario de los autónomos y empleados, y por la adaptación de las mecánicas de gestión de los ingresos y de los recursos humanos a los de una hamburguesería o un concesionario de coches. Las empresas de salud deberían, sin dudar ni un segundo, escoger otra vía. La de aumentar notablemente el valor para el paciente de cada acto médico, ofreciendo materiales, tecnología, doctores, empleados y servicios de alta calidad, que persigan la excelencia y la satisfacción total del paciente como único fin. Que el crecimiento de sus beneficios provenga de un menor número de actos médicos pero con un alto valor añadido, más en línea con los sectores del bienestar, o incluso del lujo. Una gestión responsable de los beneficios, que superan con creces los meramente económicos, y que sitúan a la empresa como una creadora de bienestar y satisfacción para pacientes, empleados, colaboradores, prestadores de servicios y suministradores, y socios y asociados.
Esto nos conduce directamente al asunto del apalancamiento. ¿Debe una pyme, máxime si se dedica a mejorar la salud dental de la población, copiar los niveles de endeudamiento de una gran empresa?La respuesta, sin lugar a dudas, es no. Las organizaciones enfocadas a prestar servicios esenciales que no cubre la sanidad pública deberían incluir en sus planes de financiación empresarial una asunción baja de riesgos, desde la responsabilidad y los perjuicios para la salud de la población que su desaparición por asumir riesgos de endeudamiento desmesurados conlleva. La provisión de fondos para afrontar los gastos corrientes y el endeudamiento moderado deberían ser ineludibles, y no fiar su pago a ilusorios ingresos futuros. Sólo deberíamos endeudarnos para adquirir bienes y servicios sólidos, beneficiosos para nuestros pacientes, y cuya rentabilidad se base en el valor añadido y en la satisfacción de las personas que nos confían su salud. Es decir, aún siendo una empresa que busca la rentabilidad, dar antes que recibir. Que nuestro éxito provenga del bienestar que generamos. Que nuestra vocación de servir jamás se vea sepultada por ambiciones desmedidas. Que nuestros pacientes y su satisfacción sean nuestro objetivo principal, y que seamos capaces de conectar con gente que sepa valorarlos. 
Publicitar los actos médicos como si estuviéramos en un mercado de baratillo o en una página web en permanentes rebajas contribuye a desubicar al paciente-consumidor respecto a los costes y el valor de la atención odontológica y destruye la dignidad de quiénes somos y de lo que hacemos, creando falsas expectativas que resultan difíciles de sostener en el tiempo y favoreciendo en el debate público opiniones terriblemente injustas respecto a la triste situación actual de nuestra profesión.
Tampoco ayudan los liderazgos a lo "Lobo de Wall Street", sustentados en la creación de ambientes de codicia compartida y que colocan al paciente en la posición de un medio para conseguir el enriquecimiento. El liderazgo en la empresa de salud debería promover valores muy próximos a la empresa social y resaltar, favorecer y premiar los comportamientos comprometidos con el fin de la empresa, que es mejorar la salud bucodental de los españoles.
No afirmaré que no haya avariciosos entre los profesionales de la odontología pero considero un grave error, ya sin solución, que las clínicas dentales puedan ser dirigidas, tanto en su gestión clínica como en su propiedad, por personas ajenas a la noble profesión de la odontología. Aún así, creo necesario reconocer que un importante sector de los odontólogos de este país adolece de formación en dirección, gestión y liderazgo en la clínica dental, que poco a poco se va solucionando. La salud de nuestros pacientes no es un juego ni un negocio salvaje y rápido y, entre todos - incluidos los propios pacientes-, deberíamos ser capaces de encontrar un lugar de encuentro para ofrecer un servicio de calidad que sea valorable y valorado.